Visto lo visto… cómo puede ser la nueva normalidad?

Visto lo visto… cómo puede ser la nueva normalidad?

Visto lo visto… cómo puede ser la nueva normalidad?

El mundo ha cambiado desde que es mundo, hoy esta pandemia nos incomoda, interpela y empuja hacia lo que llamamos “nueva normalidad”, pero, cómo será? qué podemos esperar?… para responder estas preguntas, mirar un poco hacia atrás, posiblemente nos permita ver un poco hacia adelante.

Por supuesto que una vez concluido el período de reclusión, muchas actividades y costumbres volverán a expresiones similares, pero otras, encontrarán su cauce de cambio definitivo, derivando en nuevas formas de apreciar la construcción de valor.

Desde hace ya tiempo, somos testigos y partícipes de cambios socioculturales que delinean las diferencias generacionales. Con pocos Tradicionalistas en el mercado laboral y cada vez menos Baby Boomers, la Generación X es la referencia más influyente en las nuevas generaciones y para ser sinceros, ya era poco atractiva como modelo a seguir.

La incansable competitividad, la persecución de altos estándares de vida y la necesidad de construir una carrera portable, hizo, en muchos casos de este segmento, una generación de padres ausentes, estresados, agotados, endeudados, viviendo una cultura basada en el escaparate de la posición e impulsando comportamientos workaholics contrarestados por horas de terapia y somníferos.

En mi experiencia, no conozco industria que no viva en la contradicción de tener personas bajo presión y con altos niveles de burn out mientras profesa valores del tipo “cuidamos a la gente“, esta paradoja funciona para los que aún utilizan expresiones de compromiso como “estar al pie del cañón” o “seguir en la trinchera”, pero el modelo se derrumba en cada paso.

Impulsados por este poco apetecible formato y en muy grandes rasgos, ya se veía en los Milenials (e incipientemente en los Z) una gran ola de emprendedurismo, aspiraciones con foco en la diversidad de oportunidades, economías colaborativas y con la inquietud por invertir su compromiso y esfuerzo en proyectos inspirados en la vivencia real de valores, motivados por vidas enriquecidas más por la experiencia y menos por lo  material. 

Si a esta tendencia, le sumamos el contexto Covid, donde en muchas industrias “la economía tambalea porque solo compramos lo necesario” y el confinamiento en los hogares hace valorar lo positivo de estar en casa, descubriendo los beneficios de otras formas de trabajar, muchos elegirán volver al ruedo de forma diferente.

También las organizaciones que no tenían incorporada la modalidad del teletrabajo, encuentran ahora beneficios laterales, como menores costos asociados, que impulsarán cambios en los formatos de compensaciones, donde la escala salarial será diferente y el modelo de negocio se reestructurará, impulsando grandes cambios en los paradigmas de consumo.

A nivel organizacional el gran desafío recae primero sobre la alta dirección que deberá primero reconstruirse y luego reconstruir no solo su proceso productivo, sino una propuesta de valor atractiva y tangible para sus recursos, adecuada a los nuevos intereses y luego preparar a sus mandos medios, quienes tienen la inmensa responsabilidad de volver realidad la promesa de una cultura laboral de bienestar, con habilidades renovadas en la gestión por objetivos motivantes, siendo ágiles, altamente transparentes y empáticos cargando de sentido la agenda de trabajo y potenciando el compromiso.

Paradójicamente, en las generaciones más jóvenes de líderes, habrá que brindarles apoyo y entrenar a muchos en la habilidad de ser concretos y directivos, para poder marcar la cancha con claridad, firmeza y amabilidad.

Cómo lograr esto? con estrategias de intervención muy focalizadas en la toma de consciencia de los modelos sostenidos, abriendo el camino para reconocer las emociones que se juegan y enriquecer las habilidades de colaboración con el foco en potenciar los valores en comportamientos y así construir objetivos.

Las nuevas reglas de juego están por conocerse aún, pero lo más importante es que la responsabilidad de ser los mejores sujetos dentro del espacio de cambio, recae en cada uno de nosotros como individuos que hacemos a la sociedad en que vivimos.